Pau Claris, 120, 3º – 2ª - 08009 Barcelona

Soy profesor y psicólogo. Necesito tener más herramientas y recursos para conocer a los alumnos y a la gente, que las puramente formativas.

Desde hace unos años me he interesado por la comunicación no verbal. He leído muchos libros y autores y no he terminado de sentirme satisfecho. (Lo he estado a medias). Un día, revolviendo libros de psicología en una librería, entre manos me apareció «El rostro y la personalidad» de Julián Gabarre. Lo compré y empecé  a leerlo. Al principio alucinaba con todas las explicaciones del libro. Concluí que no tenía suficiente y contacté con el Dr. Gabarre para poder realizar un postgrado. Así fue como me introduje en el campo de la morfopsicología. A medida que hacía el curso iba viendo más posibilidades. Con la ayuda del Dr. Gabarre iba aprendiendo a hacer estudios. Iba observando a los alumnos y a la gente desde otro punto de vista. Comprendía su manera de hacer. Empezaba a utilizar recursos y orientaciones de morfopsicología. El resultado final fue sorprendente. En el colegio, los cambios en la mitad de mis alumnos fueron muy grandes. De sufrir y aburrirse en la escuela, en clase pasaron a considerarse miembros de un grupo y disfrutar. Una madre de un alumno me decía: «A mi hijo me lo has cambiado, lo has girado como un calcetín».

La morfopsicología te permite ver e interactuar de una manera muy diferente y positiva.

Pienso que el Departamento de Educación debería incluir la morfopsicología en el currículum de formación de docentes y como curso de formación para maestros en activo. Si así fuera, tendríamos unos alumnos más comprendidos, valorados, felices y por lo tanto, una futura sociedad más satisfecha y humana.

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