La morfopsicología es sin duda un método revolucionario, al menos así lo vivimos quienes nos hemos sumergido en ella y cada día comprobamos su validez. La información nos lleva a la sabiduría y cuando está bien utilizada la sabiduría nos lleva a una realidad mejor y la morfopsicología es un gran aporte en esta dirección.
Mirar y ver son cuestiones tan distanciadas que cuando trasciendes el mirar para empezar a ver lo que un rostro expresa, entras en un universo completamente diferente en el que la verdad de la persona se muestra ante los ojos de quien ve y es entonces cuando ves “la otra cara”, la de verdad.
El arte de la morfopsicología ofrece una joya a esta sociedad, es un arte transversal en el que sus aplicaciones son multidisciplinares pero con una base común: la consciencia a través del conocimiento. Ya sea para uso particular de uno mismo, para la aplicación en consulta para aquellos que trabajamos con personas, para los departamentos de recursos humanos en la elección del mejor candidato, para el asesoramiento a parejas o para la orientación educativa la morfopsicología valida su utilidad en cada lugar.
En lo particular la utilidad de la morfopsicología ha seguido un proceso centrífugo: primero en mí para comprenderme, para entender que hay muchas cosas en mí que son así y que es necesario que las asuma para dejar de pelearme contra mí, realizar el necesario proceso de autocomprensión para después realizar el necesario proceso de cambio ya con una dirección perfectamente definida.
Después la aplicación en consulta, amplia mi capacidad como terapeuta gracias a una rápida comprensión de la realidad del paciente, así en la primera consulta realizando un exhaustivo estudio, es posible establecer las líneas maestras de por donde puedo ayudar a la persona a cambiar. De este modo ahorramos mucho tiempo y dinero a las personas que necesitan orientación en sus vidas y por extensión nos volvemos más eficaces. Pero también en el día a día, para comprender la individualidad de cada ser, respetarla y relacionarme de un modo mucho más equilibrado, haciéndome consciente que el prójimo es como es y que comprendiéndolo podemos llegar a mejores lugares de entendimiento desde el respeto mutuo: hacia mí y hacia la persona que tengo enfrente.
Por todo esto la morfopsicología es transversal, una fuente de conocimiento y una herramienta fabulosa para la vida. Amplia la conciencia de la persona hacia la comprensión de la individualidad de cada ser y eso es del todo armonizador.
LA FORMACION
Es evidente que el conocimiento es poder y que el poder lleva implícita una gran responsabilidad y en este sentido la formación de morfopsicología insufla esa conciencia de compromiso. Desde la necesaria aceptación de un código deontológico hasta la profunda exigencia del Dr. Julián Gabarre durante toda la formación, el conocimiento que recibimos en cada clase está imbuido de la obligada exquisitez y respeto en el uso de este conocimiento.
La formación del ISM combina dos cuestiones, como si se tratase del famoso yin y yang: en un polo la excitación de recibir un conocimiento aplicado de mucho valor, de otro lado la comprensión de que este no es un arte fácil, que ser un buen morofpsicólogo exige dedicación estudio y mucha práctica, con las consabidas desesperaciones cuando miras pero te das cuenta de que aún no ves. Aunque finalmente, cuando tras varios años yendo desde Bilbao a Barcelona cada 2 fines de semana, me hago consciente en mi día a día de la utilidad de este herramienta entonces me doy cuenta de que ha merecido la pena todo el esfuerzo y aguantar las reprimendas del Dr. Gabarre que en su esfuerzo por hacer de la morfopsicología un método respetado que encuentre su merecido lugar en esta sociedad, es quien más se exige a sí mismo y también a cada alumno.
Jorge Alemán Fernández – Licenciado en Psicología – Diplomado en Psicología Facial.